a veces puede amargarte, desesperarte. Y ni las callejuelas de esa Lisboa azul, como tu la llamaste, repletas de azulejos brillantes y decadentes, jamás podrán devolverme eso que nunca tuve, pero quise tener. Ojalá vuelvas...
Dói-me tanto Lisboa, e dói-me demasiado a tua ausência...
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