domingo, 3 de enero de 2010

(Otros) españoles en el mundo

"La tal Melany –así se hablaría de ella en los foros– apareció esa noche ante las cámaras diciendo que llevaba 11 años ayudando a los españoles en Edimburgo, insinuando que dominaba el sutil arte de gestionar becas, ayudas y subsidios, pronunciando frases como: «Si hay una injusticia, me gusta poder darle la vuelta», y creándose, con sus modales agradables y la ayuda de una apariencia casi de comadrona, la imagen de una obsequiosa samaritana dispuesta a cobijar con su manto a cuanto español tuviera a bien dejarse caer por la ciudad. A la tormenta de mensajes de personas interesadas en emigrar a Edimburgo que se desencadenó al día siguiente contribuyó también que otros españoles aparecieran ante las cámaras refiriéndose a Melany como su «ángel de la guarda», su «protectora» y su «salvadora», y que, en resumen, Españoles en el mundo la retratara como una especie de big mamma que en prácticamente cada esquina se topaba con alguien dispuesto a manifestar su gratitud.Y sí: al día siguiente todos querían vivir en Edimburgo. En la web de spaniards.com, una de las páginas de referencia de los españoles desperdigados por el extranjero, aparecieron de repente decenas de mensajes de gente que había visto el programa, primero los testimonios que retrataban a la ciudad más o menos como un paraíso y luego a Melany, que era por sí sola una invitación a la aventura. «Ese día llegaron más de 50 mensajes –recuerda Carlos Miranda, uno de los 35.000 usuarios de la página–. Todos preguntaban por esa chica que ganaba un dineral, que decía que la vida en Edimburgo era fácil y se ofrecía a dar ayuda a todo el que la llamara».Edimburgo fue el paroxismo del efecto llamada, pero los spaniards aseguran que el fenómeno viene de atrás: en concreto, del primer Españoles en el mundo. «De repente empezaron a aparecer mensajes. Que me quiero ir, que allá la vida es muy fácil, que se gana un montón». Cada programa significaba que al día siguiente habría por lo menos cuatro o cinco mensajes, y los spaniards empezaron a pensar que era menos divertido de lo que parecía. En un foro en el que la mayoría habían tenido dificultades para encontrar vivienda y trabajo, para asentarse y vivir bien, o más o menos bien, los reportajes que retrataban a acomodados triunfadores (y solamente a acomodados triunfadores) les empezaron a parecer tendenciosos. «En este programa –dice Miranda– dan la imagen de que es fácil emigrar. El otro día, por ejemplo, salió una persona que había comprado una isla en Bali. Solo muestran las cosas bonitas».Los spaniards estaban molestos. El foro se llenó de mensajes que abarcaban el amplio espectro de su descontento, desde los que decían que el programa simplemente no los representaba hasta los que lo acusaban directamente de mentir. «Todos los damnificados por hacer caso a las bobadas que se cuentan en ese programa deberían ponerles una demanda», escribió alguien. «Tienen que vender glamur, que la peña se ilusione y de paso tome las de villadiego y aligere las colas del Inem», se quejó otro. Que el programa no animara únicamente a jóvenes deseosos de probar suerte, sino –empezó a ocurrir– a padres de familia golpeados por la crisis, que veían los reportajes y se preguntaban si tal vez no sería tiempo de hacer las maletas, acabó de encender los ánimos.En el programa dicen que las críticas adolecen de un problema de enfoque. «Nosotros no hacemos un programa sobre emigrantes, hacemos un programa sobre emprendedores españoles», explica la directora, Carmen Domínguez. «No somos un programa político, sino de entretenimiento, y lo único que intentamos es hacer pasar a la audiencia un rato agradable». La directora recuerda que Españoles en el mundo no depende de los servicios informativos de TVE, y que la cadena «tiene otros programas para hablar de estas realidades». «Buscamos –agrega– personas con una mirada amable sobre el sitio que visitamos. Si hiciera Ecuatorianos en el mundo posiblemente tendría que hacer un programa de emigración, pero no es así».Los spaniards dicen que no ocurre solo con Españoles en el mundo, y mencionan otros espacios similares: Andaluces por el mundo y Murcianos por el mundo. El caso es que en el fondo parece un problema de concepto, y de vocabulario: qué se entiende por inmigrante; qué por emprendedor; qué por entretenimiento. Domínguez dice que es imposible hacer un programa sobre emigrantes españoles porque los españoles ya no emigran, simplemente se van. A los spaniards les da algo cuando la oyen."


Este artículo apareció hace escasos días en El Periódico y me lo guardé aquí en un rinconcito de bits libres a la espera de la inspiración divina. Yo soy de esos, de los 'Otros', de los que no nos fuimos a Bali a comprarnos una isla, ni tenemos en casa a diez personas 'de servicio', ni mucho menos un tipo en la entrada pistola en mano 'por si acaso'... Soy del resto, y en contra de lo que dice la directora del programa, yo sí emigré, porque según la Real Academia 'emigrar' significa: "dejar o abandonar su propio país con ánimo de establecerse en otro extranjero, ausentarse temporalmente del propio país para hacer en otro determinadas faenas o abandonar la residencia habitual dentro del propio país en busca de mejores medios de vida."

He visto varios capítulos del programa y la verdad es que en ningún momento me he sentido identificada con nada de lo que se cuenta en ellos. Me pregunto porque nadie habla de las dificultades, que son muchas, que nos encontramos por ejemplo al llegar: idioma, burocracia infinita para abrir una cuenta bancaria, para legalizar el coche, para empadronarte, y un largo etcétera. Emigrar no es irse al paraíso ni mucho menos. Los que estamos fuera también nos quedamos en el paro, tenemos dificultades para llegar a fin de mes, nos arrepentimos mil veces de habernos ido y sobretodo cuando no conocemos a nadie en el lugar, nos sentimos solos. No discuto que haya gente que triunfe ahí a fuera, que gane sueldazos astronómicos, tenga puestos de trabajo envidiables y viva como marajás, pero no es oro todo lo que reluce. Emigrar implica renuncias, implica empezar de cero en un lugar desconocido, adoptar nuevas costumbres, etc. Y hablo considerándome una afortunada porque me fui teniendo casa y trabajo.

El problema de fondo está claro: como siempre, se distorsiona la realidad y en este caso se vende mentira. Que nadie se engañe: el paraíso no existe (bueno, este tipo de paraíso, no voy a contradecirme ahora...). Y para los que me lean y estén pensando en emigrar unos consejos: coraje, ganas de trabajar, predisposición a contratiempos varios, tener muy claro que las melanies no existen, muchas, muchas ganas de aprender todo lo que otras culturas y gentes puedan enseñarte, y a sobrevivir (porque vivir hoy en día en la jungla es complicado), que son dos días!

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